Cómo me gustaría poder decir que no te extraño.
Me encantaría afirmar, con toda la fuerza de mi corazón,
que lo que vivimos pasó y se fue, felizmente, a un pasado sólo para recordar...
Pero no puedo tapar el sol con un dedo,
no puedo ignorar tantas y tantas cosas vividas... anhelos, ideas, sonrisas, caricias...
No hay día que no te recuerde, ahí, junto a mí...
No hay noche que no te busque en el espacio, no han momento del día en que una canción, un rayo del sol, o un carro al pasar, me recuerde tu ausencia,
que yo he obligado,
en mi vida.
Qué triste soledad siento de no tenerte aquí.
Triste soledad que intento llenar con otros...
¿Porqué se dieron las cosas así?
¿En qué momento te perdí, me perdí, nos perdimos?
¿es que estamos condenados a encontrarnos y desencontrarnos,
a través de las vidas, o los años, las estaciones?
Me gustaría decir que no te extraño. Pero lo hago!
No hay peor engaño que el que se hace uno a sí mismo.
Y no hay peor engaño, que el que se repite a sí mismo mi corazón:
56 n9 t5 h7 707d9, n4 69 h727 n2nc8.
Acompañados ó en solitario, en lugar conocido ó desconocido, siempre habrá veces que nos sentiremos extraviados, pero nunca estamos solos. La vida es el Gran Torbellino, donde los espíritus afines algunas veces se encuentran.
sábado, 21 de abril de 2012
viernes, 6 de abril de 2012
En busca del arca perdida
El Arca de la alianza es uno de los objetos míticos más misteriosos de los que yo he tenido noticia.
Algunos piensan que realmente se trataba de un arma que los judíos primitivos utilizaban en contra de sus atacantes y que por ello consideraban provenía de Dios, su defensor.
Otros piensan que se trataba de una caja donde se guardaba un objeto sagrado (no bélico) ó "aire" incluso, que era Dios mismo.
El "arca de la alianza" independientemente de que la Biblia menciona sus dimensiones e incluso su diseño, me evoca un equipaje mínimo indispensable, sin el que "el pueblo" (léase: uno mismo) no puede avanzar y llegar a la tierra prometida, la tierra donde "brotan ríos de leche y miel", la meta final de ese recorrido errante por el desierto (desolación, sequía, calor infernal) que duró precisamente: ¡40 años!...
Esta evocación personal me hace reflexionar que no sé como, ni se donde ó porqué, esa arca de MI alianza con mi Dios, que obviamente es el mismo que el tuyo, pero comprendido desde mi ser, la perdí en algún sitio y precisamente, continúo avanzando por este desierto emocional, sin ese equipaje mínimo que me oriente, me anime y me fortalezca en las horas obscuras. Perdí mi luz interior y debo encontrarla! o de lo contrario perderé el sentido de quién soy.
Desde ayer, en el debate personal que libro contra mí, me dí cuenta de la pérdida de espiritualidad y prácticamente, la pérdida de mi alma. Me parezco un poco a cierto poema que decía: "todo lo que fue, no es, y ahora ha desaparecido".
Hace tiempo que no me ocupo de los demás. Hace tiempo que no ayudo a nadie, ni me comprometo con nadie... ni siquiera de mí misma. Hace tiempo que dejé de ser altruísta y "buena"... no soy un alma buena... y eso duele. Eso que fui, no soy y lo siento perdido, y me era algo valioso, algo muy mío que me daba identidad y fuerza.
Hace tiempo que hablo con Dios y siento que no me escucha; como si hubiera perdido la voz, la esperanza e incluso un poco de fé.
Estoy en busca de mi arca perdida... y lo peor es que, aún deseando ayuda, no puedo (ni debo) recibirla.
Quiero y voy a ser responsable de mí y eso se hará incluso en contra de mi propia voluntad.
No sé si buscaré el eco de mi voz en alguna parte o no. No sé si pueda incluso recibir ese eco, si es que logra rebotar hacia mí. Estoy cerrada, ciega, sorda, en una obscuridad incómoda, odiosa, pegajosa, de la que debo escapar por mi propio pié.
Perdóname, pero en este momento no puedo evitar escribirte:
Te agradezco mucho todas tus atenciones. Sé que me entiendes cada palabra que te digo y espero que al final de este camino personal que he iniciado pueda encontrarte nuevamente.
Caminamos juntos casi todo un año... y digo "casi" porque no tengo certeza de la fecha, pero creo que fue a finales de abril.
Quisiera poder hablar contigo, pero no sé si pueda. No sé como empezar. Me es más fácil escribir y pensar que me leerás y me entenderás.
Tengo algo de miedo...
Pero es algo que tengo que hacer yo sola.
Me gustaría contar con el consuelo de leerte de vez en cuando. Ojalá y reiniciaras otro blog del cual pudiera conocer la dirección... ir a leerte de cuando en cuando, así como haces tú aquí.
Te escribiré seguido a tu mail. No serán mensajes personales, pero sí cosas que creo podrán servirte... y es que no puedo evitar preocuparme por tí y porque estés bien.
De hecho, me encantaría que de cuando en cuando me escribas para contarme como estás.
Te extraño, aunque quisiera no sentir eso. De hecho, quisiera no sentir nada. Quisiera poder abrazarte muy fuerte, con mucho cariño, como antes... pero luego confundes las cosas (y créeme, no soy yo quién las confunde).
Me siento mal porque no sé realmente cómo estás, no sé si estoy siendo demasiado egoísta, no sé si tú necesitas aún que te escuche y que te apoye. No sé absolutamente nada. Parece que estás bien y me alegro mucho. Pilar me dijo que estarás bien y que no necesitas nada de mí, que tú lo que quieres es que yo esté bien también.
Precisamente es lo que tengo que comenzar a aprender: a no ocultar lo que siento, a decirlo, sacarlo, asumir las consecuencias y vivenciarlo. Me he escondido demasiado tiempo de demasiadas personas... de mis hermanos, mi padre... ¿sabes que me duele demasiado verlo envejecer? ¿sabes que cada vez que me atrevo a mirarlo con los ojos de mi corazón no puedo evitar llorar? sé que la muerte se acerca, y es algo que no he querido afrontar y por eso mejor me escondo en la indiferencia, en una actitud algo arrogante, poco amorosa, como si pretendiera que no me importa, cuando me importa demasiado. Me duele amar tanto!! aunque al parecer lo hago de un modo egoísta y hay que aprender a soltar, a no apegarse y aprender a amar en libertad, sin dolor, con alegría y paz.
Quisiera que realmente fuéramos amigos. Hace tiempo que no me cuentas realmente lo que te sucede. Tu también me ocultas cosas y eso me duele aún más. Creo que es una de las razones por las que estoy tan molesta, sobre todo conmigo. Pero dime: ¿es posible? ¿podremos volver a confiar nuevamente el uno en el otro?
¿Te has dado cuenta de que ni siquiera compartimos ideas?... pareciera que incluso nuestra afinidad intelectual se fué también al caño. ¿Que sucedió? ¿porqué todo se descompuso así tan de repente y tan rápido?
Por cierto... voy a comenzar a publicar cosas que escribí hace tiempo. Por favor no las revuelvas con el presente ¿ok?
Sé que tarde o temprano te veré luego. Cuidate mucho y espero me dejes saber de tí.
Saludos!
Algunos piensan que realmente se trataba de un arma que los judíos primitivos utilizaban en contra de sus atacantes y que por ello consideraban provenía de Dios, su defensor.
Otros piensan que se trataba de una caja donde se guardaba un objeto sagrado (no bélico) ó "aire" incluso, que era Dios mismo.
El "arca de la alianza" independientemente de que la Biblia menciona sus dimensiones e incluso su diseño, me evoca un equipaje mínimo indispensable, sin el que "el pueblo" (léase: uno mismo) no puede avanzar y llegar a la tierra prometida, la tierra donde "brotan ríos de leche y miel", la meta final de ese recorrido errante por el desierto (desolación, sequía, calor infernal) que duró precisamente: ¡40 años!...
Esta evocación personal me hace reflexionar que no sé como, ni se donde ó porqué, esa arca de MI alianza con mi Dios, que obviamente es el mismo que el tuyo, pero comprendido desde mi ser, la perdí en algún sitio y precisamente, continúo avanzando por este desierto emocional, sin ese equipaje mínimo que me oriente, me anime y me fortalezca en las horas obscuras. Perdí mi luz interior y debo encontrarla! o de lo contrario perderé el sentido de quién soy.
Desde ayer, en el debate personal que libro contra mí, me dí cuenta de la pérdida de espiritualidad y prácticamente, la pérdida de mi alma. Me parezco un poco a cierto poema que decía: "todo lo que fue, no es, y ahora ha desaparecido".
Hace tiempo que no me ocupo de los demás. Hace tiempo que no ayudo a nadie, ni me comprometo con nadie... ni siquiera de mí misma. Hace tiempo que dejé de ser altruísta y "buena"... no soy un alma buena... y eso duele. Eso que fui, no soy y lo siento perdido, y me era algo valioso, algo muy mío que me daba identidad y fuerza.
Hace tiempo que hablo con Dios y siento que no me escucha; como si hubiera perdido la voz, la esperanza e incluso un poco de fé.
Estoy en busca de mi arca perdida... y lo peor es que, aún deseando ayuda, no puedo (ni debo) recibirla.
Quiero y voy a ser responsable de mí y eso se hará incluso en contra de mi propia voluntad.
No sé si buscaré el eco de mi voz en alguna parte o no. No sé si pueda incluso recibir ese eco, si es que logra rebotar hacia mí. Estoy cerrada, ciega, sorda, en una obscuridad incómoda, odiosa, pegajosa, de la que debo escapar por mi propio pié.
Perdóname, pero en este momento no puedo evitar escribirte:
Te agradezco mucho todas tus atenciones. Sé que me entiendes cada palabra que te digo y espero que al final de este camino personal que he iniciado pueda encontrarte nuevamente.
Caminamos juntos casi todo un año... y digo "casi" porque no tengo certeza de la fecha, pero creo que fue a finales de abril.
Quisiera poder hablar contigo, pero no sé si pueda. No sé como empezar. Me es más fácil escribir y pensar que me leerás y me entenderás.
Tengo algo de miedo...
Pero es algo que tengo que hacer yo sola.
Me gustaría contar con el consuelo de leerte de vez en cuando. Ojalá y reiniciaras otro blog del cual pudiera conocer la dirección... ir a leerte de cuando en cuando, así como haces tú aquí.
Te escribiré seguido a tu mail. No serán mensajes personales, pero sí cosas que creo podrán servirte... y es que no puedo evitar preocuparme por tí y porque estés bien.
De hecho, me encantaría que de cuando en cuando me escribas para contarme como estás.
Te extraño, aunque quisiera no sentir eso. De hecho, quisiera no sentir nada. Quisiera poder abrazarte muy fuerte, con mucho cariño, como antes... pero luego confundes las cosas (y créeme, no soy yo quién las confunde).
Me siento mal porque no sé realmente cómo estás, no sé si estoy siendo demasiado egoísta, no sé si tú necesitas aún que te escuche y que te apoye. No sé absolutamente nada. Parece que estás bien y me alegro mucho. Pilar me dijo que estarás bien y que no necesitas nada de mí, que tú lo que quieres es que yo esté bien también.
Precisamente es lo que tengo que comenzar a aprender: a no ocultar lo que siento, a decirlo, sacarlo, asumir las consecuencias y vivenciarlo. Me he escondido demasiado tiempo de demasiadas personas... de mis hermanos, mi padre... ¿sabes que me duele demasiado verlo envejecer? ¿sabes que cada vez que me atrevo a mirarlo con los ojos de mi corazón no puedo evitar llorar? sé que la muerte se acerca, y es algo que no he querido afrontar y por eso mejor me escondo en la indiferencia, en una actitud algo arrogante, poco amorosa, como si pretendiera que no me importa, cuando me importa demasiado. Me duele amar tanto!! aunque al parecer lo hago de un modo egoísta y hay que aprender a soltar, a no apegarse y aprender a amar en libertad, sin dolor, con alegría y paz.
Quisiera que realmente fuéramos amigos. Hace tiempo que no me cuentas realmente lo que te sucede. Tu también me ocultas cosas y eso me duele aún más. Creo que es una de las razones por las que estoy tan molesta, sobre todo conmigo. Pero dime: ¿es posible? ¿podremos volver a confiar nuevamente el uno en el otro?
¿Te has dado cuenta de que ni siquiera compartimos ideas?... pareciera que incluso nuestra afinidad intelectual se fué también al caño. ¿Que sucedió? ¿porqué todo se descompuso así tan de repente y tan rápido?
Por cierto... voy a comenzar a publicar cosas que escribí hace tiempo. Por favor no las revuelvas con el presente ¿ok?
Sé que tarde o temprano te veré luego. Cuidate mucho y espero me dejes saber de tí.
Saludos!
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)