¡Hoy fue un día estupendo!
La mar embravecida encontró al fin la calma.
La gallina sin polluelos, al fin encontró uno para cobijar bajo sus alas.
La alegría vino a mi casa y me enseñó a cantarle al día, cocinar huevos y que nada malo pasa.
El amor se instaló en el techo y derramó su luz por los tragaluces ensuciándolo todo.
La mañana humeante me mostró la ternura de sus ojos y de una sonrisa que sólo guarda para mí.
¡Quién tuviera otro domingo como este para vivirlo de nuevo!!
¡Quién tuviera suficiente tiempo!
para estar con-t-m-igo!
Nadie puede quitarme este domingo... ¡por ahora!