domingo, 31 de enero de 2010

Qué día tan feliz

¡Hoy fue un día estupendo!

La mar embravecida encontró al fin la calma.
La gallina sin polluelos, al fin encontró uno para cobijar bajo sus alas.
La alegría vino a mi casa y me enseñó a cantarle al día, cocinar huevos y que nada malo pasa.
El amor se instaló en el techo y derramó su luz por los tragaluces ensuciándolo todo.
La mañana humeante me mostró la ternura de sus ojos y de una sonrisa que sólo guarda para mí.

¡Quién tuviera otro domingo como este para vivirlo de nuevo!!
¡Quién tuviera suficiente tiempo!
para estar con-t-m-igo!

Nadie puede quitarme este domingo... ¡por ahora!