lunes, 12 de julio de 2010

Hijos de Corazón

En mi infancia escuché hasta el cansancio el término: "Scout de corazón" y no supe lo que significaba hasta que a mis doce años de edad, seis años después de haber ingresado a las "Guías de México" (La rama femenil de los Scouts antes de que éste movimiento en México aceptara niñas) vivía intensamente la convicción de ser una "Guía de corazón".

Ser scout ó guía de corazón, implica vivir con pasión la aventura de ser un hombre ó una mujer que se considera así misma y consecuentemente actúa de forma honorable, leal, cortés, responsable, amigable y filial hacia la humanidad entera, respetuosa de la obra de Dios, puro de pensamiento, palabras y obras y en servicio a Dios, al prójimo y a la patria. Y vivir con pasión significa despertar pensando en ello, vivir actuando en consecuencia y dormir soñando con ese ideal.

La falta de hermanos ó hermanas de mi edad (mis hermanitos son mayores que yo entre 11 y 15 años, ¡un mundo de años cuando tienes ocho) provocó que adoptara automáticamente a mis amigas como mis hermanas.

A los veintiuno perdí a mi madre sintiéndome aún muy joven y desde aquellos días disfruté de la prevenda del huérfano: moralmente fui adoptada por cuanta madre amorosa sintió pena por mí y para muchas de las mamás de mis amigas yo me convertí en una hija más y ellas en una segunda madre, tercera madre, cuarta madre y ad infinitum... de madres (ojo, no es albur, esto es serio, ok?).

Fuera de broma, aprendí que la capacidad de amar es asombrosa y que mientras más se ama mayor es esta capacidad. Al tener tantas madres (aunque suene feo), aprendí a a no esperar absolutamente nada y a aceptar todo el cariño que quisieran darme. Y así no sólo tuve ocho o nueve madres adoptivas (sigo teniendo tres), sino que también tengo una tía, ocho hermanas, dos hermanos y un cuasi-hijo ya muy crecidito por cierto.

Creo firmemente que los amigos son la familia que escogemos... y de hecho que los amigos pueden convertirse en hermanos (ver artículos anteriores). Pero todo este preámbulo nace de mi incapacidad para comenzar a exponer lo que realmente quiero escribir: Sé lo qué es ser una hija, sobrina, hermana y cuasi madre adoptiva... pero realmente TENER Hijos de Corazón, es una aventura nueva, en la que soy totalmente inexperta y en la que siento que voy muy lentamente picando piedra.

Dios no me ha dado hijos por el medio natural, así que ha dispuesto de forma misteriosa que lleguen tres lindos niños a mi vida.

Muchos me han criticado, incluidos mi padre y mis hermanos, otros me vaticinan una vida de horror y pillaje, algunos pocos nos desean éxito, aunque no dicen realmente si piensan que tendremos éxito (sólo nos lo desean): ¡Tres niños!!, ¡están locos! ¡cómo los van a mantener! ¿y al menos son chiquitos?... y la cara de espanto se exagera aún más cuando saben que ya están grandecitos: 6, 8 y 13 años... ha habido desde los que nos vaticinan una muerte prematura mientras dormimos (con un arma de fuego si bien nos va) hasta los pocos que ven esta adopción como un acto de amor supremo y una bendición.

Yo sólo acierto a pronunciar mi nueva frase célebre: "Sé que ésto es un asalto de locura ó un acto de fé; yo prefiero pensar que es un acto de fé y sé que Dios proveerá... la cantidad y edades de mis niños no está en discusión, así que espero contar con tu apoyo para que puedas verificar por tí mismo (a) nuestro éxito ó nuestro fracaso. Cuento contigo". Y así, sin más, cortesmente les hago ver que es mi vida familiar y no un asunto de discusión pública (ni privada) y que sólo espero que no se conviertan en piedra de tropiezo para mi familia.

¿Que como me siento? (alguien tuvo la amabilidad de preguntar)
Tranquila, confiada en que la Divina Providencia nos ha de ayudar, confiada en que el Espíritu de Dios sabrá darnos oportunamente los dones de fortaleza, sabiduría, templanza, ciencia además de inspirarnos paciencia, tolerancia, prudencia y sobre todo muchísimo amor.

Pero aunque me cueste aceptarlo también siento temor.

Nuestros hijos aún no nos aceptan. ¡Y es lógico! apenas nos han visto siete veces y sólo tres de ellas hemos convivido como familia en visitas controladas...
Sin embargo, ya siento que los quiero. Que me preocupan y que ya quisiera tenerlos en casa.

¿Es que será tan fácil aceptar el ser Madre de Corazón? ¿es tan sencillo mirarlos y no poder evitar amarlos?

A excepción de mi hija mayor, mis otros dos hijos parecieran abandonarse a nuestros cuidados con la confianza natural de los niños pequeños... ¿cuantas de estas actitudes en lugar de estar inspiradas en el amor lo están en el miedo a no salir del orfanato?

Mi esposo se está impacientando... él quisiera que los niños se decidieran de una vez a salir de la casa-hogar para conocer su nueva casa y comenzar su nueva vida... yo me desespero porque quisiera poder enseñar esa actitud de dar sin esperar, porque estoy consciente de que no puedo forzarlos a amarme y que este proceso de por sí lento, a base de ensayo y error, es aún más difícil para mis pequeños hijos.

¿Y qué tal si son ellos quienes no nos quieren? ¿quienes no nos adoptan? ¡qué haré entonces con mi corazón!...