lunes, 4 de julio de 2011

Temprano por la mañana...

Aunque dormí relativamente temprano, mi insomnio sólo invirtió su orden... desperté muy temprano y heme aquì, como bùho sin sueño en lo alto de mi campanario.

La noche es tan fresca, que se antoja un cafè bien caliente y una frazada, mientras el cielo comienza a cambiar su negro profundo por algunos tintes amarillos hacia el oriente.

Se escucha el ruido de la tortillería... el chirriar de las máquinas tiene una potente voz, en medio de este silencio de durmientes apoyado incluso por los perros y los gallos... sí, ¡hay gallos! y en este momento ¡hasta ellos están dormidos!!

De cuando en cuando se escucha el sonido de un auto al pasar velozmente. El pillar de uno que otro pàjaro sobresaltado y la alarma de un despertador lejano...

El fresco matinal me ha despejado la mente. Pienso en cuàntas madrugadas me he perdido por el mal hábito de dormir y despertarme tarde. Pienso en cómo ha cambiado mi vida y creo que por vez primera, comienzo a conformarme.

No es falta de amor... tampoco es olvido. Digamos que es la aceptación de este "ser" de las cosas.

Sé que mi compañero está en paz, alegre su espíritu por el sitio donde está. Yo aún no puedo estar "feliz" pero al menos también estoy en paz.

La cama vacía ya no es un recordatorio de su ausencia, sino un recordatorio de que yo continúo aquí, viva, lista para emprender las actividades cotidianas que por un extraño y misterioso camino, me llevarán a mi vida, que ha sido siempre, en verdad ¡extraordinaria!.