sábado, 17 de marzo de 2012

Ya hay otro hombre en mi vida...

No tuve otra opción.
Por más que me resistí, caí.
Aunque traté de convencerme que yo era fuerte, que no lo necesitaba,
fue tanta mi urgencia
(y la angustia producto de esa urgencia)
que le pregunté a otra dónde encontrar "uno".

La información fluyó lenta
hay que ser discretas... me dijo
me proporcionó sus datos,
lo dudé bastante antes de marcar...
y finalmente me contestó.

Me presenté rápidamente:
- "Soy la amiga de... - balbucé nerviosa
...y ella me recomendó mucho sus servicios".
Fijamos la hora de la cita,
las condiciones y sus honorarios
Me explicó bien cómo llegar a su "oficina"
y me recomendó que fuera tranquila y relajada.

Si bien su voz no me había inspirado mucha confianza del todo,
su apariencia me dejó más que complacida.
Se veía con experiencia,
algunas heridas de guerra,
personalidad y una seguridad poco usual.
-Pase por favor y póngase cómoda en lo que termino con otra asesoría...

Esperé unos 15 minutos, las voces se escuchaban por el pasillo
y dentro de mí no pude sustraerme a la emoción de los murmullos.
Después de un rato salió una mujer (algo nerviosa de que la vieran allí),
mascullando no sé qué sobre volver a verlo "lo más pronto posible".

¡Vaya! -pensé en mi interior-,
¡al menos se sintió tan confortada que quiere volver cuanto antes!
Con un gesto de la mano me indicó el camino.
La habitación tenía una suave iluminación, mobiliario mullido
y a pesar de los colores pastel,
se respiraba, aún, una atmósfera de agitación.

Me senté (no sabía muy bien en donde)
y comencé a hablarle sobre aquella casa donde nos hallábamos y que,
curiosamente,
yo había visitado asiduamente cuando niña.

Comenzamos a hablar, a conocernos
y poco a poco, de mayor a menor vergüenza y aplomo creciente,
fui quitando los velos de mi ser, uno a uno hasta desnudarme por completo.

Me miró con atención, me escuchó detenidamente y hasta fue tierno.
Su voz suave comenzó a decirme:
-Veo que Usted es muy fuerte y llena de energía...
pero hay algo que no le permite llegar...
Se aventuró a ir más lejos de lo evidente...
Me habló de mis sensaciones actuales,
de cómo el pasado trastoca mi percepción
y de cuanto presente he desperdiciado por mis temores.

Él supo ver quién era yo realmente,
sin tapujos, sin máscaras, sin engaños ni miedos...
Mi psicólogo me planteó un plan de trabajo y me gustó,

¡Sólo espero que todas las visitas sean igual que esta,
tan interesantes!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario