martes, 28 de febrero de 2017

Bendito mi cuerpo, que tú mi Dios, ¡me diste!
Bendita sensibilidad que, exacerbada de puntos múltiples,
reverberan desacompasados estímulos fugaces que conducen al paraíso.
No pude evitar recordarnos, a ustedes y a mi, revueltos en un nosotros,
en aquellas andanzas de primavera que al morir el otoño compartimos.

Entre abrazos y risas, tuve que acordarme con desgano de él...  
ése que tuvo a bien construirme con un beso para después destruirme vía chat...
Cruel su habilidad para engañar, que por momentos creí ser especial y única 
Sin prisa y sin miedo, deshizo el capullo que cubría mi amor con delicadeza.
Brutal fue el despertar desengañado de su veleidad, de su amor insincero.

Los recuerdos semi-amargos se funden con el presente y lo cubren todo.
No los dejaré quedar, el pasado en el pasado está y al fin llegué hasta aquí.
Vivamos satisfechos con las alegrías de la mente y del cuerpo,
que nos muestran la luz del camino, maduran nuestro habitar.




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