Su corazón late acompasadamente junto a mí.
Lejos estaría yo de saber que la vida en común sería algo tan necesario para mi alma, como el dormir o el respirar.
Mientras sus ojos me miran con un gesto de curiosidad cuando cocino, o me sonríe divertido por “mi diplomacia” mientras hablo por teléfono con alguien desconocido, me siento profundamente amada y nada me importa más que conservar y proteger ésta cálidez que nos une.
Cuando adormilados, sus dedos se entrelazan con los míos y quedan quietos para volver a dormir, siento una tranquila confianza de que el futuro a su lado siempre será mejor; no siento dudas, ni miedos, tan sólo me dejo existir y sentir que lo tendré conmigo mil y un días, callado, fuerte, alegre y amoroso, mi esposo, mi compañero, y entre sus brazos o simplemente a su costado, me siento profundamente feliz.
* * *
Lo anterior lo escribí hace un buen... Cursilón, yo sé, pero qué más da ¡soy cursi! y ¡ando cursi!
Hoy hablaba con "el Lic", a quién le comenté que me preocupaba la disminución gradual, lenta pero casi constante de mi inteligencia intelectual y es que en verdad, el amor atonta.
Contra su costumbre, el Lic. tuvo un comentario gentil: no se espera que en las mujeres la intelectualidad reluzca, ya que en ellas predomina la inteligencia emotiva... no estoy muy de acuerdo pero, ¡que hacer! ¡esta noche me siento en paz!... suena cursi... ¡soy cursi!... es bueno sacar la cursilería a pasear un rato de cuando en cuando... peligro y pasa demasiado tiempo ¡y se echa a perder!!!
¿Y a que huele la cursilería echada a perder???
R= ¡a "Patito" y su mundo de caramelo!!! guácala!!

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