Cansada pasé mis ojos sobre las líneas enmarcadas con un lindo cuadro y muchos colores, que rezaban una frase con aires de sabiduría:
"Enamórate de quién te dedique canciones, te envíe mensajes en la noche, te diga que te quiere y se trague su orgullo, vale la pena."
Me quedé pensando en los últimos meses que hemos vivido juntos... y después de cavilar unos minutos concluí: ¡que vano! es una frase romántica pero injusta, pues el amor no es tan rosa...
Así que decidí resolver para mí misma qué le diría a un joven sobre enamorarse... y en la experiencia cínica de quién ya ha vivido algunas décadas, hubiera agradecido mucho que alguien me hubiera advertido sobre el amor: la magia de enamorarse, el atontamiento mayúsculo, la borrachera emocional y la euforia en la sangre... la magia de enamorarse de un par de ojos y unos labios, una sonrisa, el calor de unos brazos, esa forma tan linda de decir "amor" ó un inquietante beso francés.
El amor enamorado se agota rápido ante la presión de lo cotidiano. No hay mucho romanticismo en lavar la ropa sucia ó repasar la lista de tareas pendientes por hacer.
Sin embargo, el verdadero amor queda... no en el fondo de la caja de Pandora como la Esperanza, sino llenando la vasija entera, espeso y oloroso, a hierba fresca por la mañana, naranjas dulces por la tarde y jazmines nocturnos. Es justo "la nota", "el acento" del delicioso perfume de la vida.
El verdadero amor que matiza el día. El que lo hace más llevadero, lo ilumina y permite observar con ojos serenos el paso del tiempo.
El amor de verdad que prevalece a pesar de las tormentas, que no se extingue como el fuego, sino permanece como obscura mancha de aceite, imborrable y capaz de cubrirlo todo...
Hubiera agradecido que alguien me dijera:
"Enamórate de quién te motive a ser una mejor persona, más plena, pacífica y feliz; de quién te acepte y te respete, aunque no esté de acuerdo contigo; enamórate de quién te hace sonreír e impulse tus buenos deseos más locos; de quién tenga el corazón suficiente para consolarte sin compadecerte, y de corregirte con franqueza (más no con dureza) cuando metas la pata.
No te enamores de quién no se equivoca nunca, ni te lastimará jamás... porque ese ser ideal es como un unicornio: una falacia, un bello sueño, inexistente. La vida es constante evolución y es un hecho que los cambios duelen... enamórate de un ser imperfecto que tenga la inteligencia y la voluntad suficientes para desear caminar por la vida junto a ti (otro ser imperfecto también) y perfeccionarse mutuamente.
Enamórate de quién es capaz de hablar poco y hacer mucho, de una persona con honor e integridad; de alguien ¡que te ame mucho! y que sepa ¡vivir en libertad!."
Nadie me lo dijo, pero hoy lo sé.
Bendito Dios porque me ha puesto los medios para encontrarte y enamorarme de tí.
Dame un beso, que se hace tarde.
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